Es lícito que el ser humano de hoy pregunte: ¿dónde tomar el coraje y la capacidad intuitiva para obrar terapéuticamente? ¿Cómo desarrollar la intención curativa?
En este pequeño ensayo se recopilan dos aportes que contienen importantes indicaciones para quien quiera dedicarse a la pedagogía terapéutica
Ilse Rascher describe las virtudes que debería desarrollar el pedagogo curativo para su quehacer. Buscar la antroposofía como fuente espiritual y andar el propio camino interior que es diferente para cada persona.
Bernard Lievegoed sitúa el esfuerzo cotidiano del pedagogo curativo en el gran contexto científico-espiritual describiendo a la pedagogía curativa antroposófica como un campo de tres corrientes en el que el conocimiento micaélico se encuentra con el obrar rafaélico y, en el medio, la tarea de la nueva conformación social.
El pedagogo curativo trabajará con el hombre en devenir. En el encuentro con el niño -de ser a ser-, él apunta hacia una meta de desarrollo y, en el camino hacia esa meta, se convierte en el acompañante del destino; el camino del destino puede ser curación.