Oh, si supieras cómo se transforma tu rostro cuando la mirada pura y serena que nos une se desvía y me desconoce.
Como un paisaje bañado por el sol se nubla al instante; una sombra nos separa y yo espero. Espero en silencio, a veces largamente.
Si fuera humano como tú, me destrozaría el dolor por el amor que desdeñaste.
Mas el Padre me dio paciencia infinita y esperó inmutable la hora de tu llegada.
No sientas cual reproche mis palabras.
Sólo tómalas como un casto mensaje.